jueves, 28 noviembre, 2024
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La pobreza no baja del 54 por ciento

Cuando el jueves 26 de este mes se dé a conocer el dato oficial sobre población en situación de pobreza en el primer semestre del año, se espdera que el nivel supere el 50 por ciento, confirmando así lo que anticipan varios estudios no oficiales, incluído el de la Universidad Católica Argentina. A ello se acaba de agregar una proyección hecha por especialistas en el tema que advierte que la pobreza, después de alcanzar un pico cercano al 60 por ciento entre diciembre y enero pasados (inmediatamente después de la megadevaluación y la desregulación de precios con las que desembarcó Javier Milei el 10 de diciembre en el gobierno), tuvo un recorrido a la baja hasta mayo de este año, pero volvió a repuntar en junio y julio, para ubicarse otra vez en torno al 54 por ciento. «La desaceleración del proceso inflacionario parece no contribuir en un ritmo equivalente a la mejora de los indicadores de condiciones de vida», en particular al índice de pobreza. La explicación, según los investigadores, «se encuentra en la agudeza del cuadro recesivo».

Pese a que el nivel inflacionario bajó a partir de mayo a menos de la tercera parte del promedio del primer trimestre (del 15 por ciento a un nivel entre 4,0 y 4,6 por ciento en los últimos cuatro meses), ello no se tradujo en un descenso del nivel de pobreza en la misma proporción, señala el resumen del estudio del Instituto Pensamiento y Políticas Públicas (Ipypp). 

Si se confirman las proyecciones de la investigación, la pobreza en Argentina no sólo habría sufrido el salto por el shock inflacionario de diciembre y enero, cuando habría pasado del 41 por ciento del último dato oficial (Indec, segundo semestre de 2023) al 58 por ciento (la medición propia del Ipypp) sino que, además, superado el shock y habiendo vuelto la inflación a los niveles de 2022, la pobreza quedó instalada en un nivel por lo menos diez puntos más alta. 

«El 54 por ciento es pobre: un nuevo escalón en la escalera de la pobreza», es el título del trabajo de este centro de investigación que pertenece a Unidad Popular y que orientan Claudio Lozano y Ana Rameri. El estudio hace un seguimiento de las principales variables que pueden dar una aproximación a la evolución del consumo global de la población, mes a mes, y de los ingresos de la misma. De ese modo, se puede hacer una proyección que anticipe la tendencia de la pobreza antes de la publicación de las mediciones que, con un rezago de seis meses, informa el Indec.

Como consecuencia de aquellas primeras medidas del gobierno de Milei, «el conjunto de ingresos de la población sufrió un derrumbe vertiginoso», advierte el documento. «Todos los indicadores de consumo cayeron con cifras de dos dígitos (más del 10 por ciento), reflejo de la caída del poder adquisitivo de los ingresos laborales, jubilaciones, pensiones y programas sociales».

«El salto más importante en la pobreza se verifica entre noviembre 2023 y enero 2024 con el aumento de 18,4 puntos porcentuales del indicador. Este acelerado deterioro en las condiciones de vida que hizo que el 62 por ciento de la población sea pobre en enero, se reflejó en la publicación de las tasas oficiales del Indec al primer trimestre 2024 (última información disponible) que indicaba que el 58,6 por ciento de la población se encontraba por debajo de la línea de pobreza (descontando el efecto temporario del aguinaldo) mientras el 20,3% era indigente», señala el trabajo.

Aquí hay que advertir que, según el procesamiento de las bases de datos trimestrales del Indec para el cuarto trimestre de 2023 y el primero de 2024, los niveles de pobreza fueron del 45,2 y 54,9 por ciento, respectivamente. Al despejar el impacto de los aguinaldos en el primer trimestre de 2024, que es la metodoloigía que sigue el Ipypp, la tasa de pobreza resultante asciende al 58,6 por ciento.

Al repasar los datos mensuales que surgen de su propia proyección, el Ipypp señala: 

«Pasado el peor momento, la tasa de pobreza comenzó a descender desacelerándose muy tempranamente. Así, pasó al 58,6% en febrero, al 55% en marzo, al 54% en abril y al 51,8% en mayo. En junio vuelve a subir a 54,6% y en julio parece estacionarse cerca del 54%, valor éste que representa un aumento de 13 puntos porcentuales con respecto al 41 por ciento de octubre de 2024». 

Los tres indicadores de consumo que toma de referencia la investigación siguen mostrando, en junio y julio, caídas con respecto al año 2023 superiores al 10 por ciento (en términos reales). Ellos son: Venta minorista pyme (según CAME), recaudación del IVA (excluyendo Aduana) y ventas en supermercados (según Indec). En julio, la baja con respecto al mismo mes del año pasado fue de 15,7%, 13,5% y 16,6%, respectivamente.

En cuanto al nivel de ingresos de la población, el estudio eligió como referencia los Aportes Personales sobre los salarios a la Seguridad Social y un cálculo promedio sobre Jubilaciones, Asignaciones Familiares, AUH y Programas Sociales. Ambos registran caídas importantes, descontada la inflación, con respecto al año pasado, tal como les viene ocurriendo desde fines de 2023 mes a mes. En julio, la baja en Aportes Personales en relación al mismo mes del año pasado fue del 9,5 por ciento. En el caso de haberes previsionales y aisgnaciones varias, la caída interanual es del 13,5 por ciento. 

En conclusión, siguen cayendo el nivel de los ingresos reales de la población y el consumo masivo. Ya no existen los niveles de inflación de diciembre a abril pasados, pero sí un estado de recesión económica que deprime los ingresos y por lo tanto el poder adquisitivo de la población. Más allá de la baja de la tasa de inflación, la pobreza se instala por encima del 50 por ciento y, en medio de un panorama de recesión persistente, sin posibilidades de reversión a la vista.  

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