Miércoles de crisis para Milei: resistencia en las calles y derrota en el Congreso

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Este miércoles, en medio de una jornada caótica para el gobierno, tras la marcha de jubilados que mostró una gran voluntad de resistencia de miles de personas, el jefe de Gabinete Guillermo Francos dijo muy nervioso que «en los últimos días hubo una cantidad de movimientos políticos que apuntan a desestabilizar al gobierno». A su vez, la diputada oficialista Lilia Lemoine afirmó que «los mismos que hicieron el golpe para devaluar en 2001 quieren el golpe ahora».

Algo les había salido mal: desde hace días que intentaban desprestigiar la gran movilización que se estaba gestando en apoyo a los jubilados que se movilizan todos los miércoles, pero no lo lograron. Hay que decirlo claro: contaron con el apoyo de gran parte de los medios de comunicación que inundaron las pantallas de TV y de los diarios para intentar instalar que era una movida de barras bravas, queriendo ocultar la verdad. De la supuesta pelea entre el gobierno y Clarín, ni noticias. Este miércoles vivimos una verdadera jornada de fake news coordinadas y «periodismo de guerra» para intentar distorsionar la realidad: que miles de personas -que cuentan con la simpatía de otros millones- quisieron expresar su solidaridad con las principales víctimas del ajuste fiscal de Milei, los jubilados, repudiando la política del gobierno para los mayores, que no es otra cosa que hambre y represión todos los miércoles. Es un gobierno que es gatito mimoso del gran poder económico y se hace el duro con los jubilados.

Pero se encontró con una gran novedad: golpeado en su credibilidad política después de la criptoestafa, y acumulando sectores que sienten cada vez más odio hacia sus políticas de ajuste, represión y discriminación, el gobierno se topó con un salto en la voluntad de lucha de miles de personas dispuestas a resistir la represión de Patricia Bullrich. Durante horas trabajadores, jóvenes, jubilados, hinchas de clubes de fútbol y estudiantes aguantaron en todo el centro porteño, reorganizándose una y otra vez en distintas calles y esquinas de la ciudad. Por la noche hubo también cacerolazos. A la hora de cerrar esta nota había más de 150 detenidos y decenas de heridos, algunos de mucha gravedad como el periodista Pablo Grillo. La izquierda -como todos los miércoles desde siempre- estuvo en las calles junto a ellos. La burocracia de la CGT se limitó e emitir comunicados desde sus sillones.

Más temprano, el gobierno había tenido también una derrota parlamentaria: el oficialismo no pudo evitar que se vote el emplazamiento a comisiones para que se investigue la estafa cripto. «¿Qué tienen para esconder con la estafa libra, que no quieren que se investigue?», los interpeló Nicolás del Caño. La jornada legislativa terminó a su vez con un enorme papelón del oficialismo, que violentó a tres diputados que estaban dando quórum y levantó la sesión en el medio de un escándalo, para evitar que se avance en temas como moratoria jubilatoria, eliminación de las facultades delegadas y ratificación de las autoridades de la comisión de juicio político.

Más aún: por la mañana Javier Milei había viajado sorpresivamente a una devastada Bahía Blanca y fue repudiado por habitantes de la ciudad devastada por las inundaciones. No parece casual: otra de las grandes víctimas del ajuste es la obra pública, del gobierno nacional, de los provinciales y municipales. Una ciudad que sufrió un golpe durísimo frente al cual lo que crece es la solidaridad de los de abajo, organizando donaciones y coordinando la ayuda. Este hecho tampoco es aislado: tan solo pocos días atrás, cientos de miles de usuarios vienen de sufrir apagones, por el pésimo servicio y la desinversión de las privatizadas, con la complicidad de un gobierno tras otro. La bronca no hace más que crecer ante los problemas estructurales de la Argentina capitalista.

Si el gobierno quería llevar tranquilidad a los «mercados», claramente no lo logró. Vale recordar que esta semana, en medio de un «viento de frente» de la economía mundial que sufre de una feroz inestabilidad ante las políticas de Donald Trump, y en el contexto de un Banco Central que en Argentina se queda sin reservas, el oficialismo se tragó sus palabras y decidió mandar de apuro un DNU para autorizarse a sí mismo a hacer un nuevo acuerdo con el FMI. No se saben ni los montos, ni los plazos, ni las condicionalidades. Solo que La Libertad Avanza actúa de apuro y de forma improvisada para que no se le caiga su principal política electoral, que es intervenir sobre el dólar para no tener que devaluar antes de octubre. Si eso pasara, recrudecería la inflación y el gobierno bajaría sus chances electorales. Una sola cosa es segura: se profundizan el endeudamiento y el sometimiento del país, mientras que se habilita una nueva fiesta para la fuga de capitales. Luis Caputo sabe lo que hace, ya lo hizo con Mauricio Macri. El pueblo trabajador también sabe cómo terminan todos los acuerdos con el FMI. Hay que organizarse en las calles para impedirlo.

También el gobierno viene de fuertes problemas institucionales. Dada su debilidad en el Congreso Nacional viene de nombrar por decreto jueces en la Corte Suprema, y ahora enfrenta un panorama incierto para la ratificación de Ariel Lijo y García Mansilla en el Senado.

A esta altura, para el gobierno de Javier Milei el principal peligro es que se retroalimenten las crisis económica y la política: el oficialismo viene de sufrir su principal derrota política con la criptoestafa, se acumulan dudas sobre el plan económico y se viene de grandes movilizaciones como la del 1ro de febrero con la diversidad sexual al frente, las del 8 de marzo y este miércoles con miles apoyando a los jubilados.

Un crecimiento de su debilidad política puede agudizar la crisis económica y empeorar el escenario para el oficialismo. Una perspectiva de derrota electoral para el gobierno, o de pérdida de la «gobernabilidad», no haría más que acrecentar las dudas sobre la perspectiva del gobierno.

Pero no se trata de analizar los problemas del gobierno, sino de aprovechar sus mayores contradicciones para proponerse derrotar el plan de Milei, del FMI y de las grandes patronales con la lucha en las calles. Las mayores brechas y dudas entre los de arriba son una oportunidad para los de abajo. Este gobierno no va más: contra las políticas de sus cómplices que le votan leyes en el Congreso, las burocracias sindicales que le perdonan su debilidad y los que solo especulan con reemplazarlo en 2027 después de que haya aplicado todos sus planes, la izquierda plantea que hoy más que nunca hay que redoblar la movilización, apoyando todas las luchas, redoblando el apoyo a los jubilados e imponiendo el camino de la huelga general política, con un programa de salida a la crisis favorable a las grandes mayorías.

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