La cuarta edición de El camino del Cambio, publicada por la FIFA, presenta una radiografía global del progreso del fútbol femenino. Con datos recopilados de 86 ligas y 669 clubes alrededor del mundo, el informe destaca récords históricos en asistencia y un incremento en ingresos –con promedios que alcanzan los 4,4 millones de dólares en las principales ligas– y audiencias que rozan los 34.000 espectadores en finales de competiciones. Sin embargo, detrás de estas cifras se esconde una realidad de desigualdades estructurales que ponen en tela de juicio si verdaderamente se está avanzando en el crecimiento de la disciplina.
Cifras que embellecen un panorama desigual
El documento resalta logros cuantitativos:
Asistencia histórica: Inglaterra registró 60.160 espectadores en un encuentro entre Arsenal y Manchester United; Brasil, 42.326 en la final de la Supercopa femenina; Alemania y Estados Unidos alcanzaron cifras de 38.365 y 34.130, respectivamente; y Turquía sorprendió con 28.000 espectadores en ligas de menor jerarquía.
Iniciativas de interacción: El 77% de los clubes implementó estrategias para acercar al público, con actividades previas al partido y durante los descansos, contribuyendo a un mayor alcance y dinamismo.
A pesar de este crecimiento en números, el informe de la FIFA se concentra en métricas económicas y de visibilidad, dejando de lado aspectos fundamentales para el verdadero desarrollo del fútbol femenino. Las recomendaciones que propone el informe, se quedan cortas si no se traducen en mejoras estructurales reales.
Recomendaciones que quedan en el papel
Entre las propuestas se incluye:
Establecimiento de criterios deportivos: Se sugiere una temporada mínima de seis meses y la participación de al menos 10 equipos para atraer inversiones. Actualmente, solo el 44% de las ligas cumple con estos parámetros.
Estrategias de gestión y exposición: Se recomienda que los clubes formulen planes específicos para el fútbol femenino y se potencie la difusión a través de plataformas como FIFA+.
Bienestar de las jugadoras: La FIFA subraya la necesidad de contratos escritos, un salario mínimo y políticas de licencia de maternidad, junto con la implementación de instalaciones de apoyo como guarderías y servicios de lactancia, conforme a la legislación local o convenios colectivos.
Gianni Infantino, presidente de la FIFA, enalteció el informe como “una hoja de ruta para continuar progresando”, mientras que Jill Ellis, directora general de fútbol de la FIFA, advirtió que solo el 22 % de los entrenadores en las 86 ligas estudiadas son mujeres, lo que evidencia una clara brecha en el desarrollo y liderazgo femenino dentro del deporte.
La cruda realidad detrás de las cifras
Pese a estos avances numéricos, la narrativa del crecimiento económico y la mayor asistencia en estadios encubre condiciones laborales y formativas precarias que afectan a jugadoras, cuerpo técnico y la disciplina en general.
En este sentido un ejemplo paradigmático y reciente se dio en España dónde Ian Wright, leyenda del Arsenal, compartió públicamente que era “una jodida vergüenza que estas chicas tengan que jugar en estos campos” por el estado del césped del Estadio Alfredo Di Stéfano durante el partido que enfrentó al Real Madrid con el Arsenal. “Viendo cómo estaba el campo del Real Madrid en unos cuartos de final de la Champions League, esto es peor que el de Pride Park (estadio del Derby County en el que se jugó en muy malas condiciones la League Cup femenina)”, compartió Wright en Instagram. Evidenciando una falta de inversión en instalaciones adecuadas para las competidoras.
Aunque no es necesario irse tan lejos para encontrar ejemplos, en nuestro país recientemente hemos evidenciado retrocesos palpables de la disciplina. Dónde clubes históricos como UAI Urquiza, reconocido semillero de la selección, optaron por el descenso voluntario debido a la escasez de presupuesto. De igual forma, Estudiantes de Caseros se vio forzado a eliminar el Fútbol Femenino de campo, reflejando el abandono institucional tanto de los clubes como en el caso de Argentina de la AFA también. En el marco de una disciplina que necesita apoyo integral.
Estos son tan solo algunos ejemplos, los cuáles se dan a nivel global y ponen de manifiesto que la mejora en cifras y audiencias no resuelve los problemas de fondo: la falta de prioridad en la asignación de recursos, el escaso acompañamiento en la formación de las jugadoras desde temprana edad y la persistencia de una gestión que no garantiza condiciones laborales dignas.
¿Cómo caminamos al cambio?
El informe El camino del Cambio de la FIFA ofrece una visión demasiado optimista basada en indicadores meramente económicos y de visibilidad, pero resulta insuficiente para abordar las profundas desigualdades estructurales que aquejan al fútbol femenino. La FIFA que históricamente relegó la disciplina ahora en sus informes se adjudica el crecimiento de la disciplina cuando en realidad no ha sido gracias a ellos el desarrollo de la misma. La retórica del progreso se diluye frente a realidades como salarios ínfimos, infraestructuras precarias y una débil presencia femenina en puestos técnicos y de liderazgo.
Para lograr un desarrollo real y sostenible, es imprescindible que las instituciones deportivas, junto con organismos internacionales, prioricen políticas que no solo embellezcan los números, sino que transformen la experiencia de las futbolistas, asegurando igualdad de oportunidades y condiciones dignas en cada nivel de la disciplina. No podemos hablar de crecimiento sin tener en cuenta estos problemas y sin proponer políticas concretas para resolverlos.