Netanyahu. A más crisis y violencia, más repudio

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Las alianzas de Netanyahu se resquebrajan y el genocida huye hacia adelante con más violencia y hambruna. La bronca y el repudio mundial multiplican sus expresiones. ¿Por qué hay gobiernos burgueses criticando a su aliado Israel?¿Por qué pretenden recrear la trampa de “dos estados”? La única salida es una “Palestina libre del río al mar”.

Problemas por arriba

En el último mes se han profundizado los problemas para Netanyahu.

El “Partido Judaísmo Unido de la Torá”, referente ultraortodoxo, abandonó formalmente la coalición del primer ministro Benjamin Netanyahu el 16 de julio, tras fracasar las negociaciones para preservar las exenciones al servicio militar de sus estudiantes religiosos.

Ese mismo día, “Shas”, el otro partido ultraortodoxo clave con 11 diputados también amenazó con retirarse, lo que dejó al gobierno intentando gobernar con solo 50 de los 120 escaños en la Knéset, perdiendo su mayoría parlamentaria.

Se trata de una reacción contra las exigencias de reclutar hombres ultraortodoxos a las filas de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Esto agudizó las tensiones ya existentes entre la base religiosa, la secular y los sectores de extrema derecha dentro de la coalición.

Sin mayoría ni cohesión, el gobierno de Netanyahu aparece en riesgo constante de derrumbe político.

A más crisis, más violencia y huida hacia adelante

Netanyahu responde a los inconvenientes con más agresiones.

Israel ha realizado varios ataques a actividades humanitarias. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) atacaron tres veces la principal sede de la Organización Mundial de la Salud, ubicada en Deir al Balah, en el centro de Gaza, y efectuaron arrestos y agresiones a personal de la organización en la zona.

La ONU también informó que más de 1.000 personas han muerto mientras intentaban acceder a ayuda humanitaria, muchas de ellas en puntos de distribución de alimentos atacados por Israel . Médicos Sin Fronteras y Cáritas han advertido que la población enfrenta condiciones similares a la hambruna, con más de 900.000 niños afectados y 70.000 en estado de desnutrición severa.

El gobierno de Netanyahu ha institucionalizado la lógica de “huir hacia adelante”, recurriendo a más violencia para mantenerse en el poder y no ser castigado por el genocidio que comanda.

¿Por cuánto tiempo se puede sostener está lógica criminal?

Hipócritas en acción

La situación es tan espeluznante que el imperialismo y algunos de sus gobiernos están criticando con más insistencia al Estado de Israel.

El primer ministro, Keir Starmer, anunció que el Reino Unido reconocerá oficialmente al Estado de Palestina en la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2025, “a menos que…” Israel promueva un alto al fuego, permita la ayuda humanitaria sin obstáculos y detenga las anexiones en Cisjordania y se comprometa a la con la “solución de dos Estados”  El presidente de Francia, Emmanuel Macron hizo declaraciones similares.

La Comisión Europea propuso suspender parcialmente la participación de Israel en el programa Horizon Europe como castigo por violaciones al Acuerdo de Asociación, incluida la falta de acceso humanitario y violaciones de derechos humanos. Aunque no logró la mayoría cualificada necesaria para aprobar la suspensión por la falta de apoyo de los Estados que la componen, entre ellos Alemania e Italia que se abstuvieron.

No critican a los sionistas porque se hayan vuelto humanitarios, ni pro palestinos. Las explicaciones hay que buscarlas en otro lado.

Movimientos por abajo

Los cuestionamientos se acrecentaron porque la movilización de los pueblos interpela críticamente a los gobiernos.

En los países imperialistas y en otros, aún reprimiendo y limitando las protestas, las autoridades se han encontrado en la disyuntiva de decir algo -sin cambiar nada de fondo – o quedar expuestos al aislamiento del movimiento de masas solidario con Palestina.

A pesar de las matanzas los sionistas no han logrado doblegar la resistencia del pueblo palestino y el repudio mundial al accionar genocida tiene características sostenidas, crecientes y más profundas. Y hay otro elemento importante a tener en cuenta, las movilizaciones internas. En ciudades como Tel Aviv, Haifa, Jerusalén y otras, diversos colectivos, que incluyen a israelíes y palestinos, se están intensificando las protestas solidarias con Palestina, demandando el cese inmediato del conflicto, negociaciones de alto el fuego, la liberación de rehenes, el fin del genocidio y las matanzas de niños. En varias ocasiones la policía israelí reprimió y detuvo manifestantes, y se incautaron pancartas con consignas como “Stop the genocide” y “Detener la masacre de los niños”

La bronca y el repudio al genocidio y la hambruna se está extendiendo en todos los ámbitos.  

Derrotar el horror sionista

La institucionalidad erosionada acrecienta un desafío histórico para la clase trabajadora y los sectores populares israelíes.

Se trata de echar a Netanyahu con la movilización, romper con el régimen fascista israelí, imagen avanzada de la barbarie capitalista imperialista y colocarse abiertamente junto al pueblo palestino para detener el genocidio y castigar a los responsables.

Repudiamos la continuidad del genocidio en Palestina, las agresiones a organizaciones humanitarias y la hambruna como herramienta de guerra; con excusas que no pueden esconder el carácter colonialista del Estado de Israel y que su criminal accionar continúa con el aval imperialista y de las grandes potencias. ¡Abajo el bloque a la ayuda humanitaria y alimentaria! ¡Boicot a Israel! Contra el cinismo de los gobiernos burgueses que critican algo para no cambiar nada exigimos ¡Ruptura de relaciones y tratados de los gobiernos con Israel, sus empresas e intereses!

¿Por qué hay líderes que quieren recrear la política de “dos estados”? Los miserables que avalaron la consolidación del enclave sionista durante décadas y son cómplices del genocidio y la hambruna actual, pretenden recrear una nueva e ilusoria trampa, justamente, después de dejar avanzar la destrucción de Gaza y las nuevas ocupaciones.

La historia ha demostrado que no se puede convivir con un Estado sistemáticamente genocida, racista y colonialista. Para que haya una paz justa y duradera no alcanza con que caiga el asesino Netanyahu, hay que derrotar al Estado de Israel, al régimen instaurado hace 77 años, al imperialismo que lo sostiene y poner de pie una Palestina única, laica, democrática, no racista y socialista, en el marco de la revolución socialista en todo Medio Oriente.

Por Rubén Tzanoff

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