Entrevistamos a Saico miembro fundador del Hacklab anticapitalista Rlab. Compartimos la siguiente entrevista con sus opiniones:
DB: ¿Qué es Rlab y cuales son sus objetivos?
Rlab es un espacio que busca reunir a personas interesadas en el uso, desarrollo y reflexión crítica sobre la tecnología. Es un hacklab: un lugar para compartir saberes, experimentar colectivamente y apoyarse mutuamente en distintos intereses tecnológicos.
Rlab se propone disputar los sentidos y los usos sociales de la tecnología, promoviendo dinámicas de organización y producción que no estén subordinadas a las lógicas del capitalismo vigente.
DB: ¿Quién fue Aaron Swartz y por qué se lo conmemora mundialmente?
Aaron Swartz fue un joven programador y hacktivista estadounidense perseguido judicialmente y empujado al suicidio por liberar miles de artículos académicos del MIT para hacerlos públicos.
Fue un defensor incansable de la libre circulación del conocimiento, la privacidad digital y la transparencia en la política. Tambien fue conocido por haber aportado a la creacion del RSS y creative commons.
Recordar su muerte es también recordar la importancia de luchar por los derechos digitales, por el acceso libre a la información y por resistir los abusos de poder que buscan restringirlos.
DB: ¿Qué significa ser hacker?
“Hacker” es un término en disputa: difícilmente dos personas den la misma definición.
Para Rlab, reivindicarse como hacker implica descriminalizar la curiosidad tecnológica y defender el derecho a conocer, reparar y modificar nuestros dispositivos y nuestro código.
Ser hacker es reapropiarse del conocimiento que fue privatizado, cuestionar la propiedad sobre la tecnología y promover su uso libre y comunitario.
DB: Internet ha cambiado mucho desde los tiempos de Aaron. ¿Cuáles son los peligros emergentes en las agendas de las nuevas derechas y las Big Tech?
El mundo y la red cambiaron profundamente en los últimos años. La pandemia consolidó una sociedad donde casi todos los aspectos de la vida están mediados por la tecnología.
Los peligros son múltiples: estamos perdiendo agencia sobre nuestras relaciones humanas, mientras los grandes poderes económicos se benefician de esa pérdida.
Hoy, el riesgo más grande es la capacidad de las grandes plataformas para moldear el comportamiento social y vender esa influencia al mejor postor.
Ese proceso está acelerando una degradación democrática que abre paso a nuevas formas de autoritarismo y fascismo digital.
DB: Históricamente, el hacktivismo pasó por diferentes periodos de lucha. ¿Cómo ves al hacktivismo internacional en la actualidad?
Hace algunos años, quienes advertíamos sobre la vigilancia digital parecíamos exagerar. Hoy, esas preocupaciones son parte del sentido común: ya casi nadie dice “no me importa que me espíen, no tengo nada que ocultar”.
Sin embargo, el discurso sobre privacidad y derechos digitales fue absorbido por políticos, comunicadores y profesionales que, aunque aportan, alejaron la conversación de quienes trabajan directamente con la tecnología.
El desafío actual es recuperar esa voz: que las personas que crean y mantienen la tecnología también sean escuchadas en los debates sobre su uso y sus consecuencias.
DB: En nuestro país hay una creciente politización de la tecnología, mientras el gobierno mileísta impulsa políticas de persecución y hostigamiento en redes contra las voces opositoras. ¿Cuáles son los desafíos locales?
Como país periférico, enfrentamos desafíos distintos —y en muchos casos mayores— que los del norte global.
Carecemos de infraestructura soberana que nos permita controlar nuestros datos, y la precariedad del Estado deja expuestos muchos servicios con información sensible.
Esto puede ser aprovechado por aparatos digitales de persecución y hostigamiento político, lo que agrava la situación democrática.
Al mismo tiempo, las fuerzas represivas locales carecen de los recursos tecnológicos de los países centrales, por lo que recurren a la violencia directa, el encarcelamiento o la persecución judicial.
El principal desafío es concientizar sobre los riesgos de la vigilancia digital y construir prácticas colectivas de cuidado y resistencia.
DB: ¿Hay alguna aproximación entre el hacktivismo y las ideas marxistas?
Sí, existen múltiples puntos de encuentro entre el pensamiento marxista y el hacktivismo.
Desde el Manifiesto Telecomunista de Dmytri Kleiner, a hacker manifesto de McKenzie Wark hasta las experiencias de cibernética socialista en el Chile de Salvador Allende, se observa una reflexión materialista sobre la tecnología y el poder.
Como plantea Shoshana Zuboff en La era del capitalismo de la vigilancia, el modelo actual de extracción de datos es una nueva forma de acumulación capitalista.
Comprender estas dinámicas exige un análisis que reconozca a la tecnología como un campo de disputa material, política y económica.
DB: Para cerrar: este sábado realizaron un evento por los 12 años de la muerte de Aaron. Contanos un poco sobre eso.
El Aaron Swartz Day es un evento global que recuerda su vida y legado, impulsado por sus amigos y familiares.
Es una jornada para compartir conocimientos, experiencias y reflexiones sobre los temas que Aaron defendió.
Desde Rlab participamos desde 2017, y este año lo hacemos con una serie de charlas que reflejan el trabajo colectivo del último año y las preocupaciones actuales del hacktivismo local e internacional.
