martes, 8 octubre, 2024
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Milei promete que una recesión corta pero el mercado duda: cuál es el plan para superar la crisis

En medio de uno de los ajustes más feroces que se recuerde desde principios de siglo en la Argentina, la pregunta que se hacen ahora los mercados, el mundo empresarial y hasta el FMI es qué herramientas tiene el Gobierno para atenuar la recesión en curso, y si Javier Milei podrá cumplir su pronóstico de que esta caída de la economía será en «V», es decir, con una rápida recuperación, o en realidad será en «U», como estima por ahora la mayoría de los especialistas.

Atento a la delicada situación social que atraviesa la Argentina, con casi seis de cada diez personas en la pobreza, el Fondo Monetario le pide al Presidente seguir atendiendo a los sectores más vulnerables, incluidos los jubilados, que siguen perdiendo ingresos frente a la inflación.

Para Milei, la recesión será corta: el mercado duda

La difusión del dato de precios de la Ciudad de Buenos Aires, apenas por encima del 14%, sumó optimismo en el campo libertario, donde Milei ya anticipó que el costo de vida de febrero estuvo en el 15%.

Orlando Ferreres, uno de los mayores expertos en datos sobre la economía real, confirmó a iProfesional que la Argentina ya atraviesa una «recesión fuerte. Estamos con estanflación, calculamos una inflación de 14,5% en febrero, el proceso de recuperación puede ser más largo porque hay un problema de retraso en el tipo de cambio. Debería ser de $1.250 y el blue está por debajo de los mil».

Ferreres explicó que «si hay que mejorar el tipo de cambio se aceleraría la inflación. Por eso me parece que la recuperación no será tan en V, sino una especie de U», dijo, y alertó: «Cuando la actividad cae, el desempleo aumenta».

Según el último informe del instituto ESEADE, hasta el momento se han observado tres políticas de shock: fiscal, monetario y cambiario. «Lo que el mercado se pregunta es cuál va a ser finalmente el plan de estabilización», señaló el reporte de esa entidad.

Milei no pierde la esperanza de bajar la inflación

Milei no pierde la esperanza de bajar la inflación y superar la recesión en el corto plazo.

En febrero, el Gobierno mantuvo la reducción de gasto público con recortes en jubilaciones, obra pública, subsidios y transferencias a provincias. Aún así, todo indica que Luis Caputo no podrá repetir el superávit fiscal de enero. A pesar de que un estudio de la consultora Analytica indicó que el mes pasado el gasto primario real devengado tuvo una caída del 37,1% en términos interanuales.

Entre las partidas con mayores ajustes reales respecto de febrero 2023 figuran la obra pública (-83,7%), los subsidios económicos (-62,1%) y las transferencias corrientes a provincias (-48%).

Aún así, y pese a los fuertes recortes de los gastos vinculados a jubilaciones, asignaciones familiares y provincias, en febrero las cuentas de la administración pública nacional cerraron con un déficit financiero de $186.635 millones por los pagos de intereses de $1,1 billones (en especial al FMI), de acuerdo a las cifras de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC). El desequilibrio fiscal no fue mayor porque se computaron $ 206.024 millones como ingresos de rentas del Fondo de Garantía y Sustentabilidad (FGS) de la ANSeS. Según la OPC, hubo «retrasos en algunos programas de gastos» y deudas no canceladas en el mercado de electricidad.

En este escenario tan negativo, la gran duda es qué herramientas tiene el Gobierno para revertir un cuadro recesivo que parece ir para largo. Para cumplir la recuperación rápida en «V» de la que habla Milei, la economía debería dejar de caer y empezar a recuperar como mucho en dos meses.

Qué puede hacer el Gobierno para incentivar la recuperación

Por ahora, todo indica que es muy poco lo que puede hacer el Ejecutivo para reanimar la economía, o al menos evitar que se siga hundiendo. Una de las recetas clásicas, la baja de tasas de interés, está en estudio y podría concretarse pronto. Pero otras estrategias, como incentivar el crédito para el consumo y la producción, aparecen como poco probables.

Es que el consumo tardará más de lo previsto en recuperarse, teniendo en cuenta que los usuarios están fuertemente endeudados y echando mano de los ahorros en dólares del colchón para llegar a cumplir con sus compromisos.

El mercado

El mercado no está convencido de que la actual recesión sea corta y descarta un eventual crecimiento del empleo en 2024.

A esto se suma que la banca tiene poco margen para otorgar créditos con estos niveles altísimos de tasa de interés. Tampoco parece haber entre los bancos un apetito por incentivar los préstamos para el consumo, cuando le pueden dar dinero al Tesoro con una cobertura antidevaluación, como ocurre en la actualidad.

La suba de tarifas prevista para las próximas semanas, como ocurre con la electricidad y el transporte, también conspira contra los bolsillos de los consumidores.

A esto se suman nubarrones en el frente laboral. El INDEC informó una caída del 12% en la industria y del 21% en la construcción. Son dos de los sectores que más mano de obra generan. Desde el sector empresarial advierten, además, que el rechazo a las iniciativas impulsadas por el gobierno para alentar la contratación de personal y reducir la litigiosidad laboral, van a contramano de la generación de empleo.

La mayoría de las consultoras especializadas en seguir las variables del mercado laboral estiman que este año no habrá generación de puestos de trabajo.

Con el fin de bajar la presión sobre los sectores productivos, el Banco Central, a instancias del Gobierno, podría bajar las tasas de interés. Sería una forma de tratar de canalizar fondos hacia las actividades más ligadas a la mejora de la producción.

Pero para aplicar otras herramientas el Gobierno tiene prácticamente las manos atadas. Apenas apelar a los formadores de precios para pedir que frenen con las remarcaciones, como lo hizo el ministro de Economía con los fabricantes de alimentos, bebidas y artículos de limpieza. El próximo paso sería sentarse a conversar con los productores agropecuarios y los supermercadistas. Todas medidas con gusto a poco, cuando el poder adquisitivo se licúa a toda velocidad mientras los precios siguen yendo por el ascensor y los ingresos por la escalera.

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