lunes, 14 octubre, 2024
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Cuándo la mayoría se va a cansar de Milei?

Cuando existe un ajuste económico de la magnitud y velocidad como el que está ejecutando el gobierno de Javier Milei, al cual todavía le falta el impacto de los tarifazos y el alza vertiginosa del desempleo por los despidos en el sector público y los derivados de la hiperrecesión en el sector privado, aparece el interrogante sobre cuál es el umbral de tolerancia social a semejante agresión al bienestar.

La experiencia indica que es bastante pese a la mezcla de ansiedad y angustia de varios grupos sociales y sectores económicos. Los antecedentes históricos muestran que los estallidos de los planes de ajuste estuvieron gatillados, si bien con presiones de todo tipo acumuladas durante años, desde el frente financiero-cambiario.

El freno abrupto en el ingreso de dólares financieros y/o comerciales y la exacerbación de la fuga de capitales fueron los principales factores que provocaron la debacle de programas regresivos en términos sociales, productivos y laborales, que derivaron en el hundimiento de proyectos políticos vislumbrados de largo plazo.

Esto implica que no son sólo tiempos políticos o etapas de un ciclo económico que terminan agotando a una sociedad, sino que el disparador del estallido, de acuerdo a la enseñanza ofrecida por eventos traumáticos pasados, fue el estrangulamiento del sector externo.

En concreto, cuando los gobiernos se quedaron sin dólares y se disparó la corrida cambiaria, con más o menos pesos en la economía –lo importante es la velocidad de circulación del dinero, no la cantidad-, se produjo el estallido, el cual tuvo diferentes manifestaciones, con más o menos intensidad, en los últimos 50 años.

Sin dólares no hay paraíso

A continuación se detallan en forma muy sintética cada una de las crisis de ciclos políticos de todos los colores, con un factor común que las unifica: el estallido se produjo cuando colisionaron contra el muro de la restricción del sector externo.

* La dictadura militar. El fracaso de la tablita cambiaria mostró los límites del modelo económico de Martínez de Hoz. La guerra de Malvinas fue el factor último de la debacle, pero antes ya había estallado el frente externo con reflejo en corridas en el mercado cambiario, quiebras masivas de entidades financieras y desbordes inflacionarios. Después de un endeudamiento externo vertiginoso, con la liberalización financiera y apertura de la cuenta capital, la dictadura se quedó sin dólares y se tuvo que ir por la puerta trasera con una derrota que no fue sólo militar.

* El gobierno de Raúl Alfonsín. La crisis fiscal e inflacionaria se desató luego de años de inestabilidad por los débiles flujos de dólares para atender las variadas demandas de divisas, entre las que se destacaban los pagos de la deuda externa heredada de la dictadura. El disparador de la crisis fue la suspensión de un desembolso del Banco Mundial y su manifestación dramática fue la hiperinflación. Alfonsín desembocó en este callejón económico terrible porque se había quedado sin dólares.

* El gobierno de Fernando de la Rúa. La convertibilidad duró 10 años y medio y su estallido se identifica con el corralito de los depósitos bancarios. La restricción para acceder al dinero en los bancos fue la consecuencia no la causa del derrumbe de una economía que arrastraba una recesión desde agosto de 1998 y una crisis social (desempleo elevado, piquetes e ingresos deprimidos) acumulada de varios años. La debacle se produjo cuando el gobierno se quedó sin dólares y el FMI suspendió un desembolso previsto. Esto obligó al entonces ministro de Economía Domingo Cavallo a frenar la sangría con el corralito. Y vino el estallido social y político.

* El segundo mandato de CFK. La administración y control del mercado cambiario –denominado cepo- fue dispuesto por la falta de dólares y no hubo una crisis económica terminal exclusivamente por la fortaleza en el manejo político, pero el programa de expansión económica ya había mostrado límites evidentes. Las restricciones al crecimiento se manifestaron porque la economía se había quedado sin dólares suficientes.

* El gobierno de Mauricio Macri. El tercer ciclo histórico de endeudamiento externo alcanzó rápidamente el agotamiento y fue rescatado con el salvavidas inédito del FMI para evitar el default y la catástrofe política y económica. Pese a colocar deuda por unos 100 mil millones de dólares, el despilfarro de divisas fue tan extraordinario que la administración macrista se quedó sin dólares. La consecuencia política fue que Macri perdió las elecciones.

* El gobierno de Alberto Fernández. No pudo ampliar el espacio de gestión económica por la imposibilidad de acceder al financiamiento externo y por la existencia de límites al financiamiento interno. Tuvo un deficiente manejo de las reservas del Banco Central, alimentadas con un superávit comercial abultado, que se evaporaron por pagos de deudas externas privadas, importaciones y cancelación de deuda pública. Se topó con márgenes económicos (mediocre crecimiento con salarios y jubilaciones que no se recuperaron) y políticos (Alberto Fernández ni intentó la reelección y el oficialismo perdió las elecciones presidenciales) porque se quedó sin dólares.

Qué puede pasar en el gobierno de Javier Milei

La variable de la cantidad de dólares disponibles es tan importante que el gobierno de Milei está desesperado por conseguir financiamiento externo. Pese a las compras diarias de dólares, el análisis riguroso de la tendencia de las reservas del Banco Central indica que son insuficientes.

El cuadro de situación es frágil por lo que depende sustancialmente, en estos próximos meses, del ritmo de liquidación de dólares del complejo agroexportador de la cosecha gruesa (soja, maíz, girasol y sorgo).

El ministro Caputo le había prometido a Milei un paquete financiero que por ahora brilla por su ausencia, incluso el supuesto nuevo acuerdo con el FMI acompañado de unos 5000 millones de dólares tiene unos tiempos burocráticos (el staff del Fondo) y políticos (la evaluación del gobierno de Estados Unidos) que no acompañan las urgencias domésticas.

No se puede esperar ingresos de dólares por vía de la inversión extranjera directa para proyectos productivos. Tampoco de créditos externos abultados de otros organismos multilaterales o del mercado internacional. Puede haber un canal de ingresos de dólares en el caso de que haya aceptación al blanqueo de capitales.

El gobierno liberal libertario descubrirá entonces que sin dólares no hay paraíso y que extender los tiempos del atraso cambiario, de acuerdo a los parámetros dominantes, terminará en otra devaluación dando inicio a otra vuelta de shock inflacionario.

En la city se están convenciendo acerca de que etender el atraso cambiario terminará en otra devaluación dando inicio a otra vuelta de shock inflacionario. Imagen: Carolina Camps

Las compras de dólares del Banco Central no son suficientes para alejar el peligro

La dupla Milei-Caputo tiene la obsesión de alcanzar el dígito de tasa de inflación. El Gobierno está lanzado a conseguir el objetivo político de aprobar la Ley Bases y la firma del Pacto de Mayo. El Presidente repite el comportamiento de Donald Trump de insultar a periodistas y medios de comunicación y se abraza a evaluaciones sesgadas de encuestadores acerca de su nivel de popularidad y de aceptación de las políticas de ajuste regresivo. Todo esto y otros frentes de la estrategia oficial se desmoronarán más temprano que tarde si no aparecen los dólares para sostenerla.

La propaganda oficial sigue batallando con la información de las compras diarias de dólares del Banco Central. Existe una especie de amnesia selectiva referida al horizonte de corto y mediano plazo de disponibilidad de divisas.

Se sabe que es mejor sumar reservas que estar perdiéndolas, pero la magnitud de las compras en relación a los compromisos de este año, más aún cuando el objetivo del Gobierno es eliminar el denominado cepo (administración y control del mercado de cambio), es a todas luces insuficiente.

¿Cuántos dólares se necesitan para eliminar las restricciones cambiarias?

La anterior severidad en el análisis del sector externo de la mayoría de los economistas de la city revirtió en una amigable valoración de las perspectivas de aumento de reservas del Banco Central.

Ahora no consideran las restricciones de dólares para importadores con la acumulación creciente de deuda comercial. Tampoco destacan el cronograma de vencimientos de capital e intereses de la deuda externa (provincias, privados y organismos multilaterales). Además dejó de ser un tema sensible las limitaciones para el giro de utilidades de las multinacionales.

Dicen que esperan la eliminación del cepo cambiario en un plazo cercano pero sin hacer el esfuerzo de calcular cuál debería ser la disponibilidad de dólares en el Banco Central para poder concretarla y, en especial, de dónde vendrán y cuándo. Lo único que observan en detalles son los dólares probables que entregará el complejo agroexportador y algunos muy oficialistas prenden velas a que sea una liquidación masiva.

Igual no serán suficientes y por eso el ministro Caputo está agobiado para obtener el desembolso del FMI por unos 5000 millones de dólares y otros 10.000 millones de fondos del exterior.

Otra manía especulativa

Publicitar exclusivamente la compra de reservas es una maniobra deliberada para continuar disfrutando la fiesta financiera y bursátil, en la reiteración de otro capítulo de la manía especulativa alimentada con el optimismo circunstancial de inversores y operadores del mercado con el gobierno de Javier Milei.

En el estilo particular de expresarse de los jugadores de la city, la definición ofrecida para desconfiados de este festín es que «están contentos con esta historia (el programa de Milei) y apuestan por ella».

Esto será así hasta que algún evento imprevisto pinche la burbuja y termine derrumbando el inmenso castillo de arena especulativo y, en ese momento, aparecerán las explicaciones y datos duros que hoy se minimizan o directamente se ocultan sobre la fragilidad del proyecto político y económico de Milei.

Se trata de una dinámica económica-financiera tan antigua como repetida. El economista Charles P. Kindleberger en Manías, pánicos y cracs explica que lo que puede precipitar el desmoronamiento de los precios de los activos puede ser cualquier hecho trivial, pero las manías especulativas y los posteriores pánicos se asocian con la irracionalidad general que domina en el mercado financiero. Destaca que el exceso especulativo, que en forma concisa define como manía, y el desenlace de ese exceso, resumido en crisis o crac, “demuestra ser, si no inevitable, al menos históricamente común”.

La inflación no colapsó, los salarios sí colapsaron con Milei

Como se detalló el domingo pasado en estas páginas, la teoría económica básica enseña que si existe hiperrecesión los precios de bienes y servicios deberían bajar y deberían hacerlo en forma intensa. Sin embargo, en cuatro meses de gobierno de Milei persiste una tasa de inflación mensual muy alta.

El 11,0% de marzo informado por el Indec (el IPC CABA fue de 13,2%) sigue siendo un resultado horrible pese al esfuerzo de la secta de economistas del establishment para embellecerlo.

Esta tasa de inflación mensual terrible se alcanzó con cuasicongelamiento del tipo de cambio oficial y frenando aumentos de salarios. Son dos anclas potentes para intervenir en la formación de precios pero igualmente marzo anotó dos dígitos.

El economista Alfredo Serrano Mancilla escribió en su cuenta de la Red X un breve y contundente análisis contracorriente sobre las fuentes inflacionarias. Afirmó que «cae la demanda y bajan los precios», por favor que nadie me diga nunca más esa frase como si fuese una verdad suprema. Ni tampoco eso de que «si freno la emisión monetaria, controlo la inflación» porque no siempre es así. La inflación es mucho más compleja que una relación tan simple. En Argentina, Milei planificó una caída fuerte de la demanda y por ahora vamos cuatro meses de inflación altísima. Sin emisión monetaria, y también, inflación. Sin déficit fiscal, y también, inflación».

Milei en tres meses hizo lo mismo que Macri en cuatro años para pulverizar salarios y jubilaciones

El ministro Caputo igual festejó el 11% diciendo que esta cifra se debe al ajuste fiscal y el ordenamiento del balance del Banco Central. No es así. No subió más el índice de precios al consumidor del Indec porque mantuvo el dólar oficial con una variación mínima de 2% mensual y porque los salarios reales se derrumbaron sin permitir una rápida recomposición con las paritarias.

Milei exagera diciendo que ha realizado el ajuste fiscal más grande de la humanidad, sentencia a todas luces falsa que economistas del establishment no refutan por pereza o por intereses inconfesables, cuando saben que el superávit en el primer bimestre del año es insostenible por la cantidad de partidas sin actualización, paralización de la obra pública, suspensión de pagos, acumulación de deudas (por caso, de la cuenta energética), licuación del salario público y de las jubilaciones, retención de recursos de las provincias y retroceso real de la recaudación impositiva por la hiperrecesión.

La consultora Empiria, dirigida por Martín Rapetti, indica que la contracara de la mejora de los indicadores financieros es una brutal caída del nivel de la actividad económica y los ingresos. En términos desestacionalizados el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) cayó casi 6% entre octubre de 2023 y enero de 2024, dinámica similar a la observada en idénticos meses del final de la convertibilidad (octubre de 2001 a enero 2002). En los dos meses posteriores no se detuvo la debacle económica.

Estos dos cuadros de Empiria son impactantes. Aquí sí Milei puede presumir de haber provocado la peor caída histórica del salario de trabajadores registrados en apenas tres meses: el colapso es de -19,6%. Es el mismo porcentaje de destrucción que logró Mauricio Macri en cuatro años de gobierno.

La consultora calculó que el actual nivel del salario medio está por debajo del contabilizado en la crisis del 2001 y es el más bajo en 20 años. Desde el pico de julio de 2015, en los últimos meses del segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, el derrumbe salarial es brutal: -44%.

Con las jubilaciones el panorama es peor: respecto a septiembre de 2023, la media se desmoronó 36% y es la más baja -en precios constantes de marzo del 2024- de los últimos 10 años.

La duda entonces es: ¿cuándo la mayoría se va a cansar de Milei?

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