A más de dos mil metros de altura, en el Observatorio Astronómico Feliz Aguilar, conviven especialistas de primer nivel de todo el planeta y trabajan para responder uno de los mayores enigmas del ser humano: ¿hay algo más allá arriba?
El Observatorio Astronómico Feliz Aguilar se encuentra en el Parque Nacional El Leoncito, en San Juan. (Foto y video: Telenoche)
La noche es notablemente brillante, 2400 metros montaña arriba, en el Parque Nacional El Leoncito, en San Juan. Pero no es brillante en tierra, es brillante arriba, en el cielo. Estamos bajo uno de los firmamentos más puros y menos contaminados del planeta y a simple vista puedo ver la Vía Láctea con todos sus tonos de colores.
No encuentro a las Tres Marías ni a la Cruz del Sur, las únicas estrellas que soy capaz de detectar desde la ciudad. Están allí, claro, pero perdidas entre millones de hermanas.
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Aquí funciona desde 1953 el Observatorio Astronómico Feliz Aguilar. No hay un telescopio (instrumentos, les dicen). Hay muchos y de última generación. Algunos para mirar. Otros para escuchar. Y muchos para percibir las frecuencias del cosmos. Trabajan científicos de primer nivel de todo el planeta. Parecen pocos, pero son muchos porque algunos manejan estos aparatos por control remoto desde lugares tan distantes como Rusia, China o Brasil. Los más abnegados, sin embargo, están acá. Y nadie se instala montaña arriba por menos de una semana.
“Lo increíble que sería encontrar algo, aunque sea vida unicelular. Y ni hablar de vida inteligente porque cambia absolutamente todo. No solo porque podemos encontrar una raza extraterrestre con la que podamos charlar, sino porque vamos a encontrar una biología, una química y una física que no conocemos, un lenguaje matemático completamente distinto y formas en las que se organizan sus sociedades. Todo, absolutamente todo conocimiento humano, cambia”, expresó Eric González, docente e investigador en Astrofísica.
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Buscan muchas cosas en los días solitarios de Pampa del Leoncito. Desde averiguar si la rotación de la Tierra efectivamente se está acelerando hasta el incierto origen del universo. Aceptan gustosos al visitante porque si algo tienen todos en común, más allá de las distintas procedencias o logros académicos obtenidos, es que son apasionados de lo que hacen. Y la pregunta del neófito ante estas inmensidades cósmicas será invariablemente la misma: ¿hay algo más allá arriba?
Nosotros también lo preguntamos…