El entusiasmo que generaba Diego Martínez empezó a declinar. El técnico, que llegó a principios de año, ya no parece intocable para el Consejo de Fútbol. A fin de cuentas, cuando se activan los satélites y se empieza a hablar de la continuidad del ciclo en los programas del mediodía, todos conocen el origen del rumor. Por eso septiembre asoma como un mes clave para Boca.
Después del partido del sábado contra Rosario Central en la Bombonera, llegará el duelo con Talleres por la Copa Argentina, Racing y River, nada menos. Casi en octubre, tocará enfrentar a Belgrano en Córdoba. A esa altura, si todo sale bien, el estratega de 45 años seguirá en el banco. ¿Y si no sucede?
“Nadie espera un final abrupto”, deslizan en el predio de Ezeiza, búnker del Consejo de Fútbol que encabeza Juan Román Riquelme. Sin embargo, las críticas para el entrenador comienzan a aflorar. Con las redes sociales como tribuna virtual, donde el presidente divide aguas entre los propios, Martínez puede ser el fusible. El técnico, entonces, sabe que tiene por delante partidos que resultarán fundamentales para sostenerse en el cargo.
El cambio de esquema funcionó en la primera media hora, pero el empate ante Estudiantes -que pudo ser una derrota si no intervenía el VAR- volvió a dejar expuesta una de las mayores debilidades del equipo. Hace 100 días que Boca no gana de visitante. La última vez fue el 19 de mayo ante Central Córdoba en Santiago del Estero (4 a 2) y su eficacia lejos de casa es pobrísimo: 35,09% derivado de 20 puntos cosechados sobre 57 disputados.
“Nos ocupa mucho los resultados de visitantes”, admitió Martínez en la conferencia de prensa, luego del 1 a 1 en La Plata. Y agregó: “Lo hablamos con los muchachos. Para nosotros, era el partido más importante del año. Por un montón de razones. Porque nos íbamos a acercar a los puestos de la punta, porque reforzábamos la muestra de carácter después de la dolorosa eliminación que tuvimos en la Sudamericana y porque era un partido para que el grupo diga presente”.
Martínez modificó el dibujo. Dejó la línea de cuatro y utilizó tres zagueros en el fondo. A pesar del ingreso de Marcos Rojo en el segundo tiempo, no cambió. Funcionó en los primeros 30 minutos del mano a mano con Estudiantes. No está claro si esta variante táctica llegó para quedarse en este volver a empezar tras la eliminación ante Cruzeiro. Este martes, el técnico decidió dar el día libre a los futbolistas. En la próxima práctica, se sabrá.
Martínez deberá resolver algunas cuestiones para encarar esta seguidilla. Por empezar, tiene un problema para el sábado, ya que Milton Giménez fue expulsado y Edinson Cavani se está recuperando de un desgarro en el sóleo de la pierna izquierda. El único “9” disponible es Miguel Merentiel. No le quedará otra alternativa que apelar a Exequiel Zeballos, que suele jugar de extremo y hasta se desempeñó como enganche con este entrenador.
Tampoco podrá jugar Lautaro Blanco, que llegó a la quinta amarilla y deberá purgar una fecha de suspensión. En ese sentido, ya tendrá disponible a Marcelo Saracchi, expulsado contra San Lorenzo. Es una fija para ocupar el lateral izquierdo.
En cuanto al partido con Talleres, que se disputará en Mendoza durante la fecha FIFA, Boca no contará con Luis Advíncula, que será citado por la Selección de Perú. El andarivel derecho es un problema. Con Lucas Blondel en plena rehabilitación de la rotura de ligamentos de la rodilla derecha, Nicolás Figal es una alternativa que no convence. Por eso se iniciaron negociaciones con Belgrano por Juan Barinaga.
De todos modos, Martínez declaró: «Estamos conformes con los jugadores que han venido y veremos si al cierre del libro de pases llegará alguno más. Con el grupo que tengo estoy muy bien».