lunes, 14 octubre, 2024
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Caputo fuerza la máquina: con la nueva baja de tasas, se diluye la ganancia dolarizada de los ahorristas

El tercer recorte de tasas de interés en menos de un mes sólo puede interpretarse de una forma: el gobierno -a través del Banco Central- decidió pisar el acelerador para bajar la inflación lo más rápido posible, aun a costa de una jugada arriesgada.

La tasa que los bancos pagan a los ahorristas por los depósitos en plazo fijo caerá al entorno de 3,6%, un premio muy negativo frente a la inflación, y también con atractivo cada vez menor ante el tipo de cambio, que sube a una velocidad de 2% mensual. Con cada nuevo recorte, Toto Caputo y su socio en el Banco Central, Santiago Bausili, se arriesgan a que los ahorristas se tienten con sacar los pesos del sistema bancario y busquen refugio en el dólar.

Pero Caputo apuesta a que esta es la forma de empujar hacia abajo la inflación. De la misma forma en que decidió posponer los aumentos de tarifas de servicios públicos previstas para mayo, y que también pospuso la suba del impuesto a los combustibles, con el argumento de que la situación fiscal estaba lo suficientemente controlada como para permitirse esos lujos de posponer ingresos tributarios y recortes de subsidios.

Además, una tasa a la baja es una forma de forzar a los bancos para que dejen de buscar rentabilidad en las colocaciones en el BCRA y salgan a ofrecer crédito al sector productivo y al consumo. La reaparición de los créditos UVA va en esa línea.

Baja de tasas: la pulseada de Toto Caputo

Con esta medida, el Central, que hasta la semana pasada les pagaba a los bancos un 5% mensual por sus depósitos a 24 horas -los «pases pasivos»-, ahora les pagará un exiguo 4,1%. Es una cifra que llama la atenciión, si se considera que hace apenas un mes, el mercado se asombraba de que el gobierno se animara a un recorte de tasas que llevaba a 6,7% la remuneración a los bancos.

En aquel momento, la mayoría de los economistas -incluyendo los que trabajan en los propios bancos- creían que una baja de las tasas sería una medida arriesgada en ese entorno inflacionario, y que podría traer consecuencias negativas, como una fuga de ahorristas, una menor liquidación de divisas por parte de los exportadores del agro y una mayor volatilidad cambiaria.

El BCRA anunció su tercer recorte de tasas en menos de un mes, en un intento por apuntalar el freno de la inflación

El BCRA anunció su tercer recorte de tasas en menos de un mes, en un intento por apuntalar el freno de la inflación

Y, sobre todo, se veía como una medida extraña el hecho de exacerbar una tasa negativa frente a la inflación. Después de todo, la receta clásica en contextos de alta inflación es la de subir la tasa para retirar pesos del mercado.

Pero el equipo de Toto Caputo venía sosteniendo la tesis contraria: que en el caso argentino era mucho más nociva la expansión monetaria que se producía por el pago de intereses de los pases pasivos. De hecho, el año pasado, en el peor momento de la «bola de Leliqs», se llegó a inyectar en el mercado $2 billones por mes, por concepto de intereses.

Ahora, con cada recorte de tasas, se disminuyó esa inyección de pesos en más de $200.000 millones.

Ese efecto de «licuadora» financiera fue ponderado por el gobierno como su principal logro, y el responsable principal del proceso de desinflación. Según estimó el propio Banco Central, la base monetaria se viene reduciendo a un 10,5% cada mes. Y la base amplia -que incluye los encajes de los bancos- cae a un 5,8%. Gracias a esto, argumentan, se pudo retirar del mercado $800.000 millones.

En su último comunicado, el Central fundamenta el recorte de las tasas en «el rápido ajuste de expectativas de inflación, en el afianzamiento del ancla fiscal, y en el impacto monetario contractivo derivado de la estacionalidad en los pagos externos del Tesoro del trimestre en curso». 

Un empujón a los bancos

Pero hay, además, otra motivación para el gobierno en este nuevo recorte de tasas. Quiere estimular un traspaso masivo de la liquidez bancaria, desde su actual posición en el Banco Central, hacia los títulos de deuda del Tesoro.

La contracara de la baja de tasas es el riesgo de una fuga de ahorristas ante el menor atractivo de la renta en plazos fijos

La contracara de la baja de tasas es el riesgo de una fuga de ahorristas ante el menor atractivo de la renta en plazos fijos

Era algo que se venía propiciando desde hace tiempo. En parte, porque con menos pesos colocados en los pases pasivos se contribuía a «limpiar» el balance del BCRA y eliminar uno de los principales factores de expansión monetaria. Pero, además, porque de esa manera se ayudaba a que el Tesoro pudiera mantener oxigenadas sus finanzas, en un contexto complicado por la recesión -y después de haberse autoprohibido la asistencia financiera del Central para pagar el gasto público-.

La semana pasada, en el mercado se habían prendido algunas luces amarillas cuando el Tesoro, por primera vez, no logró cubrir la totalidad de los títulos que se vencían. Fue por un margen menor -consiguió $2,73 billones ante un vencimiento de $2,77 billones- pero igualmente dejó instalada una preocupación: que los inversores empezaran a perder el entusiasmo por los bonos de deuda local y que exigieran un interés más alto para prestarle al gobierno.

Desde ese punto de vista, la forma de recuperar el «rollover» -es decir, la capacidad de refinanciar la deuda y quedarse, además, con un saldo excedente- sólo se podría recuperar con un «empujón» a los bancos.

Una forma de convencerlos de tomar los nuevos títulos es hacer menos atractiva la alternativa, que era la colocación de la liquidez sobrante en pases del Banco Central, por los que estaban cobrando una tasa de 5% mensual.

Y, además, hay otra motivación detrás de la última medida de tasas. En los últimos días, el Banco Central tuvo que comprar bonos ajustables por CER, para sostener su precio de mercado. Es siempre una medida polémica, porque implica la emisión de pesos. Y, como no pudieron reabsorberse en su totalidad con la última licitación del Tesoro, dio lugar a que se empezara a hablar sobre «el regreso de la maquinita».

Ahorristas, cada vez con menos margen

Tal vez el costado más arriesgado de esta política de recorte de tasas es que los pequeños ahorristas dejen de ver el atractivo en el plazo fijo y saquen su dinero del sistema bancario.

Es algo que en el mercado se viene advirtiendo desde hace meses. Pero Caputo se jacta de haber ganado esa discusión, dado que no solamente no hubo una caída en el volumen de depósitos, sino que se está constatando un aumento, después de una racha de siete meses en caída.

El ministro había argumentado desde el comienzo que, mientras el tipo de cambio se percibiera como estable, el ahorrista permanecería en el banco, porque vería la conveniencia de obtener una tasa real en dólares. En otras palabras, el regreso de la vieja «bicicleta financiera».

Su plan arrancó con dificultades en enero, dado que en ese mes hubo volatilidad del dólar, por lo que quienes dejaron los pesos en el banco perdieron contra todas las variables. Pero en febrero, con un dólar paralelo en caída, los ahorristas de plazo fijo tuvieron una inédita ganancia mensual de 27% en dólares, que luego se achicó a 10% en marzo. Con el siguiente recorte de tasas, ya en abril la ganancia se acortó a un 3,5% en dólares.

Pero el margen, naturalmente, cada vez será menor. Ahora, los ahorristas no recibirán más de 3,6% por sus plazos fijos. Una cifra que coincide prácticamente con la suba que tuvo la cotización del dólar blue en los últimos 30 días. Esto implica que, de mantenerse la tendencia, ya prácticamente la rentabilidad del plazo fijo será cero, medida en dólares.

Es una jugada arriesgada, que solamente puede explicarse por un optimismo en el equipo de gobierno respecto de un fuerte ingreso de dólares de la exportación agrícola, algo que desde el campo se sigue poniendo en duda.

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